el frío puede ayudar a combatir la obesidad
Es sabido que exponer el cuerpo a un ambiente frío, simula muchos de los efectos positivos de hacer deporte. Nos protege de sufrir obesidad y evita algunas enfermedades relacionadas con el metabolismo como puede ser la diabetes.
Un estudio de la universidad italiana de Génova acaba de descubrir que cuando la temperatura exterior desciende se modifica la composición bacteriana del intestino. El cambio microbiano aumenta la quema de grasas, mejorando la gestión de los azúcares, consiguiendo como resultado una pérdida de peso.
En el experimento se expuso a un grupo de ratones a temperaturas de 6ºC durante diez días, lo suficiente para conseguir un cambio en la flora intestinal que impidiera que ganasen peso. Para asegurarse de que el cambio era cierto, se trasplantaron bacterias de los ratones expuestos al frío a otros que no habían sufrido las bajas temperaturas. Los ratones receptores también perdieron peso.
El potencial terapéutico de este hallazgo es impresionante. Los microrganismos conseguidos gracias al tratamiento con frío, podrían convertirse en aliados para prevenir la obesidad, independientemente si es invierno o verano.
Por el momento ya se sabe que la pérdida de peso inducida por la flora intestinal se debe a que gracias al frío, los microorganismos estimulan la formación de grasa parda, un tipo de células grasas que queman las calorías en lugar de almacenarlas.
Transformar grasa blanca en grasa parda es uno de los principales objetivos de aquellos que combaten el exceso de peso. En la Universidad de Bonn, un equipo de farmacólogos ha identificado dos interruptores moleculares que favorecen esta transformación y que ayudan a que la grasa mala se disipe. A esto se suma que científicos de la Universidad Estatal de Washington han demostrado que el revesratrol, un antioxidante presente en arándanos, uvas y otras frutas, también convierte eficazmente la grasa blanca en parda.
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