Internet se ha convertido en un basurero. ¿Cómo podríamos salvarlo?

Para algunos internet es «menos divertido y menos informativo» de lo que solía ser. Para otros, las búsquedas en línea se componen de páginas «cortadas con un molde» que ocultan información útil y están saturadas de estafas, spam y contenido generado por inteligencia artificial (IA).

Tus canales de redes sociales están llenos de contenido llamativo, provocativo, hiperespecífico o que provoca ira, desde imágenes extrañas generadas por inteligencia artificial hasta comentarios que parecen robóticos. Tienes suerte si tus canales de video no están compuestos únicamente de exhortaciones a «suscribirse».

¿Cómo hemos llegado hasta esta situación?

Un factor importante que contribuye al estado actual de Internet es su excesiva comercialización: los motivos económicos impulsan gran parte del contenido. Podría decirse que esto ha llevado a la prevalencia del sensacionalismo, priorizando la viralidad sobre la calidad de la información.

La publicidad encubierta y engañosa está muy extendida y difumina la línea entre el contenido comercial y no comercial para atraer más atención y participación.

Otra fuerza impulsora es el predominio de gigantes tecnológicos como Google, Meta y Amazon, que llegan a miles de millones de personas en todo el mundo y ejercen un inmenso poder sobre el contenido que consumimos.

Sus plataformas utilizan tecnologías de seguimiento avanzadas y algoritmos opacos para generar contenido de medios hipersegmentado, impulsado por una gran cantidad de datos de los usuarios.

Los actores maliciosos, como los cibercriminales y los estafadores, han sido un problema constante en Internet. Sin embargo, la evolución de la tecnología, como la IA generativa, les ha dado más poder, permitiéndoles crear imágenes falsas de gran realismo, vídeos deepfake y clonación de voz.

La capacidad de la IA para automatizar la creación de contenidos también ha inundado Internet con material de baja calidad, engañoso y dañino a una escala sin precedentes.

La comercialización acelerada de Internet, el dominio de los gigantes de la tecnología de los medios y la presencia de actores maliciosos han infiltrado el contenido en Internet. El auge de la IA intensifica aún más esta situación, haciendo que Internet sea más caótica que nunca.

¿Qué no queda de internet?

En sus inicios, Internet se concibió como un espacio libre e igualitario en el que la gente podía «navegar» y «explorar». El conocimiento se concibió para ser compartido: sitios como Wikipedia e Internet Archive siguen siendo bastiones del conocimiento.

Antes de la llegada de las “burbujas de filtros”, Internet era un patio de juegos creativo donde las personas exploraban diferentes ideas, discutían distintas perspectivas y colaboraban con individuos de «grupos externos», es decir, personas fuera de sus círculos sociales que podían tener puntos de vista opuestos.

Las primeras plataformas de redes sociales se basaron en el espíritu de reconectarse con compañeros de clase y familiares a los que se había perdido el contacto durante mucho tiempo. Muchos de nosotros tenemos grupos comunitarios, conocidos y familiares a los que nos comunicamos a través de Internet. El aspecto de «conexión» de Internet sigue siendo tan importante como siempre, como todos vimos durante la pandemia de COVID.

¿Hay posibilidad e vuelta atrás?

No podemos controlar los tiempos «cambiantes», pero sí podemos conservar la mayor cantidad posible de las partes buenas.

Para empezar, podemos votar con los pies. Los usuarios pueden impulsar cambios y crear conciencia sobre los problemas que existen en las plataformas existentes. En los últimos tiempos, hemos visto esto con el éxodo de usuarios de X (antes Twitter) a otras plataformas y la protesta en toda la plataforma contra Reddit por cambiar sus políticas de acceso a datos de terceros.

Sin embargo, votar con los pies solo es posible cuando hay competencia. En el caso de X, varias plataformas, desde Mastodon hasta Threads y Bluesky, permiten a los usuarios elegir una que se ajuste a sus preferencias, valores y círculos sociales. Los motores de búsqueda también tienen alternativas, como DuckDuckGo o Ecosia.

Pero la competencia sólo se puede crear pasando a sistemas descentralizados y eliminando los monopolios. Esto ocurrió en los primeros tiempos de Internet, durante las «guerras de navegadores» de los años 90, cuando Microsoft fue finalmente acusado de monopolizar ilegalmente el mercado de navegadores web en un caso judicial histórico.

Como usuarios de tecnología, todos debemos permanecer alertas ante las amenazas a nuestra privacidad y a nuestro conocimiento. Con una IA generativa barata y ubicua, los contenidos engañosos y las estafas son más reales que nunca.

Debemos ejercer un escepticismo saludable y garantizar que quienes corren mayor riesgo de sufrir aenazas en línea (como los niños y las personas mayores) estén informados sobre los posibles daños.

Recuerda que Internet no está optimizada para sus intereses. Depende de cada uno decidir cuánto poder concede a los gigantes tecnológicos.

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