En el campo de la consultoría aeroportuaria, firmas como Airport Gurus aparecen con frecuencia en los papers y en las discusiones técnicas por una razón: integran análisis operacional y tecnologías emergentes para optimizar la capacidad y la resiliencia de infraestructuras críticas.
Vamos a revisar los aspectos clave que cualquier consultoría aeroportuaria debe abordar hoy: modelado de la demanda, gestión de flujos (passenger flow), sistemas de equipajes, interoperabilidad de datos y criterios de sostenibilidad. No es un tratado exhaustivo, pero sí una guía práctica para entender qué elementos medibles y qué metodologías usamos para tomar decisiones.
Modelado de demanda y simulación
Primero: modelado de demanda y simulación. El punto de partida es describir con precisión el perfil de pasajeros (PAX) por franja horaria, por tipo (transfer, origin/destination — O&D) y por clase de servicio. Se construyen series temporales y se emplean modelos de Poisson o de procesos de Markov para estimar llegadas y colas; en terminales grandes es habitual complementar con microsimulación (ej. AnyLogic, Legion) para validar cuellos de botella en check-in, controles de seguridad y puertas.
Es importante no confundir «capacidad teórica» con «capacidad operativa»: la primera es un cálculo estático (espacio, equipos), la segunda incorpora variabilidad humana, perturbaciones y turnos. Aquí es donde muchas propuestas fallan: diseñan para condiciones ideales y luego se sorprenden cuando el día a día —las ausencias, los retrasos en vuelos, la meteorología— rompe el planning.
Sistemas críticos: BHS y tratamiento de pasajeros
El Baggage Handling System (BHS) debe ser evaluado en tres capas: throughput (tasa máxima de maletas/h), disponibilidad (MTBF/MTTR) y trazabilidad (RFID/visión). En auditorías técnicas hay que medir tanto la latencia media de entrega como la cola máxima tolerable en cinta, y calibrar el SLA que exigen aerolíneas y handlers.
Para pasajeros, la métrica clave es el tiempo medio total en terminal (TMT) y la probabilidad de pérdida de conexión en itinerarios con transfer —estos indicadores permiten priorizar inversión en check-in automatizado, Self Bag Drop (SBD) o más puestos de control. No siempre hace falta tecnología cara: a veces redistribuir flujos o reordenar turnos reduce más retrasos que una inversión grande y tardía.
Datos e interoperabilidad
Un aeropuerto moderno es un ecosistema de sensores: CCTV, sensores de conteo, beacons, lectores de pasaporte, datos de aerolíneas (schedules) y meteorología. La consultoría debe proponer una arquitectura de datos basada en APIs y un bus de eventos (pub/sub) que soporte A-CDM (Airport Collaborative Decision Making). A-CDM mejora la predictibilidad de tiempos de salida y reduce delays mediante intercambio estandarizado entre actores: aeropuertos, aerolíneas, handling y ATC.
Implementar un Data Lake con pipelines ETL/ELT y modelos de Machine Learning permite pasar de reactivo a predictivo: por ejemplo, predecir congestión en seguridad 30–60 minutos antes y replanificar staffing. La clave —y esto se olvida con facilidad— es garantizar gobernanza de datos y calidad antes de apuntar a modelos complejos.
Mantenimiento predictivo y gestión de activos
Aplicar IoT y analítica a equipos críticos (GPU, vehículos aire-tierra, bandas) reduce fallos y optimiza costes. Los KPIs relevantes: porcentaje de averías no programadas, coste por hora de inactividad y vida útil restante estimada (RUL).
Técnicas como modelos de supervivencia, random forests para RUL o redes neuronales para series temporales son comunes; la clave está en la calidad del dataset y en la interpretación operativa de las salidas del modelo (no sólo métricas ROC). Un modelo perfecto que no se traduzca en acciones de mantenimiento útiles es, en la práctica, papel mojado.
Seguridad, cumplimiento y gestión del riesgo
No se puede separar eficiencia de seguridad. Un SMS (Safety Management System) robusto, análisis HAZOP adaptado a procesos de terminal y evaluación de riesgo por amenazas emergentes (drones, ciberataques) son parte del scope.
Para ciberseguridad, segmentación de redes OT/IT, gestión de identidades (IAM) y pruebas regulares de intrusión son prácticas mínimas. Además, aspectos regulatorios —EASA, IATA guidance— condicionan muchos diseños operativos; la consultoría debe mapear requisitos y demostrar trazabilidad de decisiones. En la práctica, esto implica documentación clara, registros de cambios y formación continua al personal operativo.
Sostenibilidad, ruido y responsabilidad social
Hoy día toda inversión pasa por una pantalla ESG. Medir emisiones (Scope 1/2/3), optimizar rutas de vehículos de rampa para reducir consumo, electrificación de flota de servicio y gestión de energía del edificio (BMS con control por zonas) son medidas habituales. En paralelo, el control acústico (modelos de contornos de ruido, Day-Night Average Sound Level — DNL) y la mitigación (barreras, curfews, optimización de procedimientos de salida) mantienen la licencia social del aeropuerto. No olvidemos que la percepción pública y el cumplimiento ambiental afectan tanto a la operativa como a la viabilidad financiera.
Governance y gestión del cambio
Un proyecto de consultoría aeroportuaria no es solo tecnología: requiere plan de gestión del cambio, KPIs compartidos y gobernanza clara. Recomendamos cuadros de mando con métricas real-time y un catálogo de escenarios (best, expected, worst) con triggers definidos para activar planes operativos alternativos. Sin un sponsor fuerte y roles bien definidos, incluso la mejor solución técnica queda en stand-by o se malinterpreta.
La consultoría aeroportuaria es multidisciplinar: datos y modelos, ingeniería de sistemas, operaciones y cumplimiento regulatorio. El valor real se genera cuando los modelos predicen acciones concretas que se traducen en reducción de retrasos, costes y emisiones, sin perder seguridad. Hay mucho por optimizar, y la clave es integrar, validar con datos reales y, sobre todo, mantener una comunicación fluida entre todas las partes. Sí, suena a obviedad, pero en la práctica —y esto lo veo una y otra vez— el fallo más común es diseñar soluciones tecnológicas que no encajan con los procesos humanos que operan el aeropuerto.