Gadgets hay de todo tipo, algunos tienen una gran utilidad y otros no sirven para nada. Vamos a repasar cinco gadgets de lo más original, algunos ya no se comercializan y otros se han convertido en auténticos objetos de culto para coleccionistas.
El robot que inspiró Wall-E
¿Alguien lo recuerda? Robotic Operating Buddy o ROB devoraba pilas AAA y fue comercializado por 49,99 dólares, aunque dar ahora con uno bien nos llevaría a desembolsar más de 300 €. Un juguete extraño y poco funcional que enamoró a toda una generación.
Las gafas del futuro que se quedaron en el pasado
La ciencia ficción nos apasiona. Hasta que sus propuestas se hacen realidad. Entre 2013 y 2014, Google quiso adelantarse en términos de realidad mixta y presentó sus Google Glasses. Pronto se convirtieron en el foco de un debate sobre la privacidad y la seguridad debido a esa función de poder hacer una foto con un simple parpadeo.
La generación selfie aún no había despertado y el caro gadget acabó, finalmente, en manos de otros mercados más especializados, como la industria médica.
¿Gamificación?
Si bien una gran cantidad de wearables y pulseras de actividad recurren a la gamificación para fomentar la actividad deportiva y ayudarnos a conseguir objetivos específicos, hay quien cree que el mejor condicionamiento pavloviano pasa por imponer un castigo: Pavlok es una pulsera que libera una pequeña descarga si incurrimos en algún mal hábito.
Una vez programamos esa mala costumbre, este raro gadget se encarga de espiarnos y soltar n buen zumbido cada vez que detecte una repetición.
¿Detector de mosquitos con IA?
Así es. Imagina un detector que detecta y reconoce el tipo de mosquito y lo erradica de forma automática mediante un láser proyectado.
Suena a “Star Wars”, pero es algo más práctico: los mosquitos son los principales insectos transmisores de enfermedades como la malaria o la fiebre amarilla. Ya existen muchos proyectos —como Remosis o VECTRACK— que buscan resolver este conflicto; Bzingo ha hecho realidad el sueño.
¿Tienes hambre? Dale a imprimir
Una evolución lógica que ha sido el foco de atención de todo un sector. En este caso, no hacemos referencia a un producto en concreto, sino a las distintas alternativas ideadas para este fin: ChefJet, Foodini o la SMRC food printer de la NASA son algunas de las mejores propuestas actuales.
La 3D Fruit Printer, por ejemplo, es capaz de dar un paso adelante en las esferificaciones y sirve tanto para imprimir frutas como para emular los mejores logros de la cocina molecular. Quién sabe, tal vez tu próximo pedido a Uber Eats no esté cocinado, sino extrusado a través de una impresora 3D.