Si estamos pensando en el origen de los metales, nos tenemos que remontar al origen mismo del Universo, cuando lo único que existía eran átomos de hidrógeno, el elemento más simple del Universo, un protón y un electrón.
El resto de elementos, con masa atómica más pesada que el hidrógeno fueron apareciendo poco a poco gracias a las reacciones nucleares de fusión, causadas por la presión y la temperatura.
El hidrógeno es el combustible primigenio de las estrellas y se va consumiendo en las reacciones nucleares de fusión, transformándose en helio y posteriormente en carbono.
Poco a poco la fusión genera elementos más pesados, hasta que en el núcleo de la estrella aparecen átomos de hierro lo que produce su colapso con lo que acaba muriendo.
Una estrella se mantiene en equilibrio, compensando la inmensa fuerza gravitacional, con las explosiones nucleares originadas en su interior. Así pues su estructura se mantendrá estable mientras exista combustible. En el momento que éste se agota, la gravedad hace desplomarse a la estrella sobre sí misma, generando una gran explosión y diseminando los distintos materiales por la galaxia. Éstos materiales serán el origen de nuevas estrellas o planetas.
En el caso de que su masa así lo permita, el colapso de la estrella origina una gran explosión que conocemos como supernova, esparciendo por el Universo, todos los materiales que posteriormente darán origen a otras estrellas y a los planetas. En el centro queda un objeto minúsculo conocido como estrella de neutrones. Este cuerpo tiene una densidad tal que el contenido de una cucharilla de café, pesaría decenas de toneladas.
Pero sólo cuando dos estrellas de neutrones chocan entre sí, es cuando aparecen los elementos más pesados como el oro, el platino o el uranio, entre otros. Esto explica lo escaso de estos metales y las propiedades únicas que los caracterizan.
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