¿Es rentable montar tienda de informática hoy en día?

Montar una tienda de informática es una de esas ideas que muchos profesionales del sector tecnológico han valorado en algún momento de su carrera. El atractivo de poder ofrecer servicios personalizados, vender hardware y software de forma directa, e incluso diferenciarse por la atención al cliente o el soporte técnico especializado, sigue teniendo peso en el mercado. Sin embargo, no se puede ignorar que el contexto ha cambiado, y lo que antes era casi una apuesta segura, hoy exige planificación, inversión y un enfoque más diversificado.

En primer lugar, es clave entender que la venta de ordenadores y componentes ya no es el único motor de una tienda de este tipo. Con el auge de los marketplaces y los grandes tienas online (Amazon, PCComponentes, etc.), competir solo por precio es suicida. Por eso, las tiendas físicas deben ofrecer algo más: instalación, reparaciones in situ, configuración de equipos a medida, venta de periféricos específicos que muchas veces no se encuentran fácilmente en tiendas generalistas, etc. Y aquí es donde puede marcar la diferencia un emprendedor con conocimientos técnicos reales.

Un campo destinado a emprendedores

No obstante, no basta con saber de informática. Es imprescindible tener una mínima formación empresarial o dejarse asesorar por profesionales que ayuden a hacer un plan de negocio realista. Los márgenes en este sector son estrechos, y se necesita rotación constante para que el proyecto sea viable. Es decir, hay que calcular bien no solo los gastos fijos (alquiler, suministros, seguros, impuestos, personal si lo hubiera), sino también estimar correctamente el volumen de ventas mensual mínimo necesario para cubrir todo eso y empezar a obtener rentabilidad.

También es relevante pensar en qué tipo de público objetivo va a tener la tienda. No es lo mismo montar una tienda de informática en un barrio con muchos estudiantes que hacerlo en una zona empresarial. Los productos y servicios que se ofrecen deben adaptarse. Y ojo, que en muchas ocasiones el servicio de reparación o mantenimiento a empresas puede ser incluso más rentable que la venta directa al público.

Presencia digital

Otro aspecto importante que se suele infravalorar es la necesidad de tener una mínima presencia digital, incluso aunque la tienda sea 100% física. Una web sencilla con tus servicios, precios orientativos, y datos de contacto puede marcar la diferencia entre captar un cliente nuevo o que se marche a la competencia. Ni hablar si además se habilita la venta online, aunque sea de un pequeño catálogo. Hay CMS como Prestashop, WooCommerce o Shopify que permiten montar una tienda online bastante competente sin necesidad de grandes conocimientos de programación.

Y luego está la cuestión del stock. Muchos emprendedores cometen el error de querer tener de todo desde el principio: decenas de portátiles, procesadores, placas base, routers, cables, etc. Error. Lo ideal es empezar con un stock muy básico, centrado en los productos de mayor rotación, y trabajar con distribuidores que permitan pedidos rápidos y sin grandes cantidades mínimas. Así se reduce el riesgo de quedar con producto obsoleto en la estantería. Porque en tecnología, lo que hoy vale 300€, en dos meses vale 220€, y eso puede comerse el margen sin que te des cuenta.

Además, hay una tendencia creciente que conviene observar: el reciclaje y reacondicionamiento de equipos. Vender ordenadores reacondicionados, sobre todo si se enfocan a clientes que no necesitan lo último (como estudiantes, pequeñas empresas o personas mayores), puede ser una línea de negocio muy interesante. Y lo mismo se aplica a la reparación de móviles, tablets o consolas, que pueden complementar perfectamente la actividad principal de la tienda.

Montar una tienda de informática no es algo para hacer a la ligera, pero tampoco es una locura. Con conocimientos técnicos, algo de visión empresarial, paciencia y atención al cliente, todavía puede ser un negocio rentable. Eso sí, hay que adaptarse al nuevo paradigma: diversificar servicios, controlar los gastos, tener una buena red de proveedores y no cerrarse a nuevos canales de venta.

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