Una de las preguntas más habituales a los responsables de la NASA es si realmente se han producido encuentros sexuales entre los astronautas de la Estación Espacial Internacional o si se trata de un bulo.
La primera pregunta igual debería ser: ¿Realmente se puede practicar sexo en un entorno de gravedad cero? Lo primero es que no parece nada cómodo ya que entraríamos a confirmar la tercera ley de Newton: “con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria”, así que si empujamos contra nuestra pareja, ésta nos empuja en sentido contrario, lo que dificulta la acción.
Lo primero que igual necesitaríamos sería una sujeción, algo similar a una correa. Cuando un astronauta flota en el espacio y se mueve hacia alguien, rebota, el movimiento se preserva por la falta de fricción, es necesario algo que mantenga los cuerpos juntos.
Ahora viene la solución de la autora del libro de ciencia ficción, Flight: A Quantum Fiction Novel, Vanna Bonta, que tuvo la posibilidad de participar en un vuelo parabólico junto con su marido.
La señora Bonta descubrió que hasta darse un simple beso requiere de gran esfuerzo, así que decidió diseñar un traje para que dos personas puedan tener sexo en el espacio. El invento se llama 2suit y fue probado en microgravedad por la propia inventora, durante un nuevo vuelo parabólico. El traje cuenta con un velcro que se puede adherir a otro traje.
Pero claro resuelto el tema del sexo aparecerían otros problemas como la gestación o el parto en ingravidez. Estudios botánicos han concluido que la ingravidez es peligrosa para la reproducción ya que daña el transporte intercelular. Un embrión podría crecer con múltiple malformaciones celulares.
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