Apple se ha unido a otras empresas tecnológicas en la búsqueda de un icono que refleje el concepto de Inteligencia Artificial (IA) para los usuarios. La representación de la Inteligencia artificial para Apple se basa en una forma circular compuesta por siete bucles.
El problema es que nadie sabe cómo se ve la IA o incluso cómo se supone que debe verse. Aunque hace de todo, no se parece a nada concreto. Sin embargo, debe representarse en las interfaces de usuario para que las personas sepan que están interactuando con un modelo de aprendizaje automático y no simplemente buscando o enviando algo.
Aunque las estrategias difieren en la forma de diseñar este supuesto conocimiento omnisciente y omnipresente, han coincidido en que el avatar de la IA debe ser abstracto, no amenazante y relativamente simple, sin características antropomórficas.
Los primeros iconos de la IA solían ser pequeños robots, sombreros de mago o varitas mágicas. Pero la imagen que nos dan estos iconos es de inhumanidad, rigidez y limitación; los robots no saben cosas, no son personales para nosotros, realizan tareas predefinidas y automatizadas. Y las varitas mágicas y similares sugieren invención irracional, lo inexplicable, lo misterioso; quizás sean adecuadas para un generador de imágenes o un tablero creativo, pero no para el tipo de respuestas fiables y basadas en hechos que estas empresas quieren que creas que proporciona la IA.
El diseño de logotipos corporativos es generalmente una extraña mezcla de visión sólida, necesidad comercial y compromiso.
La visión más potente, para bien o para mal, es la del punto negro de OpenAI. Un agujero frío y sin rasgos a donde arrojas tu consulta, es un poco como un pozo de los deseos o la cueva de Eco. En general, la impresión pretendida es de amabilidad, apertura y potencial indefinido, en contraposición a aspectos como la experiencia, la eficiencia, la decisión o la creatividad.
Sin embargo, el punto no es que los equipos de diseño corporativo hagan lo que hacen, sino que nadie ha logrado dar con un concepto visual que diga de manera inequívoca IA al usuario. En el mejor de los casos, estas formas coloridas comunican un concepto negativo: que esta interfaz no es un correo electrónico, no es un motor de búsqueda, sino algo diferente.
La inteligencia artificial sigue siendo nueva para los consumidores, a quienes se les pide que la utilicen en lugar de otras cosas, una categoría muy general que los proveedores de productos de IA se resisten a definir, ya que hacerlo implicaría que hay cosas que la IA puede hacer y otras que no.
Mientras tanto, la idea planteada es llamarla por un nombre y darle una cara, aunque es revelador y refrescante que nadie haya elegido realmente una cara. Pero incluso aquí están a merced de los consumidores, que ignoran los números de versión de GPT como una rareza, prefiriendo decir ChatGPT; que no pueden hacer la conexión con Bard pero aceptan el nombre probado Gemini, que nunca quisieron Binguear cosas (y mucho menos hablar con la cosa), pero no les importa tener un Copiloto.