La historia del bolígrafo

bolígrafoMolesto por los trastornos que le ocasionaba los atascos de su pluma en medio de un escrito, el húngaro naturalizado argentino Ladislao Biro y su hermano George, químico de profesión, lograron una tinta que era muy útil para la escritura a mano, pero que tenía el inconveniente de que no podía utilizarse con la pluma pues se trababa al escribir.

Así fue como Ladislao tuvo la idea, observando a unos niños mientras jugaban en la calle con bolitas que al atravesar un charco salían trazando una línea de agua en el suelo seco. Se dio cuenta de que en vez de utilizar una pluma metálica en la punta, debía utilizar una bolita. La dificultad de trasladar ese mecanismo a un instrumento de escritura residía en la imposibilidad de desarrollar esferas de un tamaño suficientemente pequeño.

En  mayo de 1940, recién comenzada la Segunda Guerra Mundial y debido a sus orígenes judíos, Ladislao Brio junto con su hermano y Juan Jorge Meyne, su socio y  amigo,  emigran a Argentina. En ese mismo año formaron la compañía Biro Meyne Biro y en una cochera con cuarenta operarios y con un presupuesto bastante escaso perfeccionan su invento, registrando el 10 de junio de 1943 una nueva patente en Buenos Aires.

Al principio los libreros consideraron que esos «lapicitos a tinta» eran demasiado baratos como para venderlos como herramienta de trabajo y los vendían como juguetes para niños. Biro llegó a afirmar que su «juguete» había dejado treinta y seis millones de dólares en el tesoro argentino, dinero que el país ganó vendiendo productos no de la tierra sino del cerebro.

En un principio se las llamaba «pluma esferográfica» y se hacía hincapié en que siempre estaba cargada, se secaba en el acto, permitía hacer copias con papel carbón, era única para la aviación y su tinta era indeleble.

En 1943 se da licencia del invento por la entonces extraordinaria suma de 2.000.000 de dólares a la empresa de instrumentos de escritura Eversharp, de los Estados Unidos, que fue adquirida a su vez por la empresa Parker Pen Company, que instaló su planta de Argentina.

En 1945 la Fuerza Aérea de los Estados Unidos hizo un pedido de 20.000 unidades. Biro no había patentado su invento en Estados Unidos, lo que provocó una fuerte competencia. En el mismo año Milton Reynolds desarrolló su propio modelo, y Franz Seech inventó la tinta que seca en contacto con el aire, conocida comercialmente como Paper Mate.

La sociedad formada por Biro y sus socios quebró, aquejada de falta de financiación y por nuevos inventos que no tuvieron éxito comercial. Un antiguo proveedor, Francisco Barcelloni, intentó entusiasmar a Biro para fabricar un bolígrafo de bajo costo. No logró convencerle y se instaló por su cuenta; mejoró el flujo de tinta y ensayó una bolilla de triple dureza. Posteriormente, Barcelloni contrató a Biro para la dirección de la nueva fábrica, cuyo nombre comercial era Sylvapen.

Entre otros inventos Biro, diseñó un perfumero usando el mismo principio que el bolígrafo. Más tarde, con el mismo principio se creó el desodorante de bolilla, conocido en inglés como roll-on.

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