Que el número de frikis no para de aumentar es algo que cada vez todos tenemos más claro, si el otro día era una señora que monitorizaba sus relaciones sexuales mediante una pulsera de actividad, ahora tenemos un biólogo que dejó que una abeja le picase hasta tres veces el pene para realizar un estudio sobre el dolor.
Smith, que así parece llamarse el autor del estudio, tuvo la genial idea cuando una abeja se coló, siempre según él por accidente, en sus pantalones y le picó un testículo. El individuo quedó sorprendido ya que el dolor no tan fuerte como habría sido de esperar.
Tras darle vueltas a la cabeza, se le ocurrió la genial idea de crear la “Schmidt Sting Paing Index”, una escala que evalúa de 1 a 10 el dolor producido por la picadura de un insecto.
Así que ni corto ni perezoso, nuestro amigo Smith durante 38 días se aguijoneó su cuerpo, anotando después en una escala del 1 al 10 el dolor. Tras su laborioso estudio comprobó que las zonas donde más dolor causa una picadura son, el tallo del pene (7,3), el labio superior (8,7) y la aleta de la nariz (9). Los que menos la zona occipital del cráneo, la punta del dedo del pie y el bíceps, todos con una valoración de dolor de 2,3. Las nalgas, con un 3,7, tampoco resultó ser una zona muy dolorosa.
Smith estuvo a punto de picarse en el ojo, pero abandonó el intento por el riesgo de quedarse ciego.
Pese a lo curioso del estudio también se extrae alguna conclusión interesante. La proporción del dolor no se corresponde directamente con las zonas más inervadas y/o con la piel más fina. Esta conclusión es muy importante ya que gran parte de los mapas de dolor se basan en estos parámetros. Por ejemplo, la palma de la mano, donde la piel es más gruesa, es mucho más dolorosa que en el cráneo, con la piel más fina.
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